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Este curso iniciamos el Club de Lectura con la obra "El hereje" de Miguel Delibes.
Nos reuniremos el viernes, 22 de noviembre.
Hora: 17:00h Lugar: IES Ornia |
Sevilla, esa joya del sur, no sólo deslumbra por sus azahares, su Giralda o su Feria. Hay una Sevilla más íntima, más callada, más auténtica, que se esconde entre los pliegues de la Sierra Norte. Y es ahí donde uno tropieza, como por casualidad, con el alma de lo rústico: una casa rural en la Sierra Norte de Sevilla.
Aquí no hablamos de hoteles con desayuno continental y vistas al parking. No. Aquí hablamos de silencio que se oye, de madrugadas que huelen a jara, de atardeceres enrojecidos que se funden con el lomo de un toro bravo. Y como diría un viejo amigo mío de Constantina, “esto no es turismo, esto es vivir en carne propia lo que otros sólo ven en postales”.
No es casualidad que muchas de estas casas rurales se encuentren en plena ganadería de lidia. Porque si algo tiene este rincón sevillano, es orgullo de raza, de tierra y de tradición. Levantarse con el canto de la alondra mientras al fondo resuenan los cencerros de los toros en la dehesa es un lujo que ni el Ritz puede ofrecerte.
Y no, no temas por tu seguridad. Los ganaderos saben bien lo que hacen. Aquí, los toros se crían con respeto, con mimo y con la solemnidad que merecen. Uno no entiende la bravura hasta que la ve pasearse con elegancia entre la hierba alta. Y esa escena, amigo lector, no la vives desde la pantalla de tu móvil, la vives desde el porche de tu casa rural sierra norte sevilla.
Porque esta tierra no es sólo campo. Es historia. Es cultura. Es la vida lenta que se valora con los años. Las ganaderías de esta zona —auténticas catedrales de la tradición— nos enseñan el arte de criar con paciencia. Aquí no hay prisas, porque la naturaleza no entiende de relojes.
Cada visita a estas casas rurales es un curso intensivo de respeto, de escucha a la tierra, de compás lento. Y ahí está la clave: en la pausa. Esa que se convierte en lujo cuando vives encerrado en el asfalto.
Y en pleno corazón de esta experiencia, empiezan a destacar nombres de peso: La Capitana Experience, por ejemplo, no es sólo un alojamiento, es una declaración de principios. Aquí se duerme bajo techos de historia, se cena con la memoria del campo en el paladar y se despierta con la nobleza de los toros como vecinos.
En este punto del relato, que ya va tomando cuerpo, no podemos dejar de subrayar la fuerza de la palabra clave que mueve a cientos de visitantes al año: casa rural sierra norte sevilla. Porque no se trata sólo de buscar un sitio donde dormir. Se trata de encontrar un refugio con identidad, con raíces, con sabor.
Estas casas no son una más en el listado de Booking. Aquí cada piedra, cada teja, cada cortina bordada a mano cuenta una historia. Y cuando entras, no alquilas una habitación: heredas una memoria.
Algunas, como la ya mencionada Hacienda La Esperanza, datan del siglo XVIII. Su arquitectura es pura literatura en cal y canto, y sus muros todavía conservan el eco de generaciones que vivieron sin WiFi pero con alma.
Cuando se habla de noticias sobre empresas, conviene detenerse a mirar a esas familias que, sin grandes titulares, han levantado con sus propias manos proyectos que revalorizan la esencia de lo rural.
Las casas rurales de la Sierra Norte no son simplemente negocios: son pequeñas epopeyas familiares que resisten al empuje del turismo despersonalizado. Empresas que ofrecen experiencias que van más allá del alojamiento: paseos a caballo, visitas guiadas por la ganadería, catas de productos ibéricos y talleres de cocina tradicional.
Empresas que, sin duda, merecen el foco de los medios por su contribución al patrimonio cultural y económico de Andalucía.
En un mundo donde todo es prefabricado y exprés, lo auténtico es el nuevo lujo. Y esta comarca lo ofrece sin alardes ni envoltorios brillantes. Aquí el lujo es un tomate con sabor, un silencio sin motores, una conversación sin prisas.
Y claro, lo gastronómico tiene su parte de protagonismo. Porque lo que se come en una casa rural sevillana no se degusta, se honra. El jamón ibérico de bellota, el vino de Cazalla, el gazpacho hecho con tomates recién cogidos... Todo es un homenaje al producto local, cocinado con recetas heredadas de abuelas que medían con las manos, no con básculas.
El entorno no se queda atrás. A tiro de piedra de muchas casas rurales encontramos joyas serranas como Alanís, Guadalcanal, Constantina o San Nicolás del Puerto. Pueblos donde el tiempo también ha decidido quedarse a vivir.
Sus calles empedradas, sus ferias, sus hornos de pan centenarios... todo contribuye a que la experiencia rural sea totalmente inmersiva. No se trata de mirar, se trata de participar, de vivir, de integrarse en el ritmo de una tierra que aún cree en los buenos días y en los platos compartidos.
Una casa rural en la Sierra Norte de Sevilla no se alquila, se siente. No se trata de desconectar del mundo, sino de reconectar contigo mismo. De mirar a los ojos a la tradición, al toro bravo, a la encina vieja que aún da sombra y a la mujer que sigue amasando pan como lo hacía su madre.
Este rincón de Sevilla no es turístico, es real. Y en un mundo plagado de experiencias de cartón piedra, eso lo convierte en un tesoro.
¿Te atreves a descubrirlo?